No es un cuento, el tema no es la narración, si es micro, breve, o súbito el relato, el verbo de Juan Parada, es un movimiento signado por el personaje que él mismo dibuja y proyecta para los diversos escenarios de este mundo donde todo se le presenta como movimientos.
Con Juan, estamos ante una generación de yaritagüeños universales, hijo de este pueblo y los movimientos telúricos del Yaracuy, representante de una ancestralidad llamada a despertar, como respuesta al caos del mundo apocapitalíptico, que el sistema civilizatorio imperante ha establecido en detrimento de la humanidad, del planeta y que inevitablemente se nos presenta como herencia en tránsito.
Este yaritagüeño que ya ha sentido vibrar el universo en otros espacios culturales y territoriales del planeta, alzándose desde el mundo de las letras, intenta proyectar un personaje propio del realismo mágico nuestro americano: un poeta, que es político y que está obligado a ser de los buenos.
Un asertivo escritor juvenil, inspirado e indudablemente bendecido por la gracia mágica del Yaracuy, representada en La Reina María Lionza, así mismo por la cristiandad que como impronta colonial perfila nuestra sociocultura y nos da a la virgen Santa Lucía, como patrona de Yaritagua, la joven mártir que también es patrona de los escritores.
Volando con la fuerza de sus primeras letras se descubre como un gran animador cultural y así va fundando iniciativas editoriales, culturales y políticas. La fuerza de estas últimas define una entrega a la administración pública y al juego de la gobernanza sociopolítica del municipio, que amenaza al poeta, convirtiéndose en el concejal más votado en su momento; el éxito de esta historia o “movimiento” y la tentación del poder como posibilidad creadora, le llevan a la vorágine de ser alcalde de su pueblo, como representante de un proceso revolucionario, gerenciando desde el estado burgués que se niega a morir y ahora tiene carne joven, almas frescas para alimentarse de ellas, mientras el proceso político se torna complicadísimo en tiempos de pandemia, guerra económica y demás episodios que caracterizan nuestras últimas décadas como pueblo y nación en rebeldía soberana.
El personaje que anima a este joven escritor prestado a la política, libra una saga de acción permanente, aprendiendo los vericuetos de la administración pública y el juego político en pequeña y en grandes dimensiones, en esa gesta casi épica avanza y de pronto como para no ser convertido en lonjitas para el banquete de la política, el poeta vuelve a la carga con su verbo y acción, refundándose como editor, escritor, animador y productor de eventos y obras artísticas. El personaje sigue en pleno desarrollo auto creativo.
Para el relanzamiento del escritor, Juan Manuel Parada, vuelve a sus letras más queridas, relee y reescribe como él mismo enseña en sus exitosos talleres de escritura súbita, y despliega una parte de su última producción muy propia de este momento donde el cuento y el microcuento protagonizan el espacio de lectura que las redes sociales promueven y ejercitan.
El alcalde está en constante movimiento en varias dimensiones y desde ellas el poeta lanza sus dardos de luz hechos palabra.
La acción exige movimientos concretos, la comunicación actual también lo exige, y así entendemos al poeta-alcalde, moviéndonos a su ritmo, por historias tan inverosímiles, absurdas, divertidas, grotescas e incluso, reales y trágicas con las que nos invade y… proyecta, porque a diferencia de la invasión que narra “La invasión y otros breves movimientos”, la que nos prodiga las historias de Juan, y su bien pensado, destilado, verbo sincrético y sintético, no nos deja muertos, ni un saldo doloroso como el que arroja la historia del latifundio y la lucha del campesinado venezolano contra la terrofagia capitalista.
Nos invade esta narrativa y abre caminos a la imaginación y nos invita con alegría al universo de la literatura, porque entre otras cosas Juan Manuel, es animador del Movimiento Nacional del Cuento y la Tradición Oral -MOVINCUENTO- y desde Yaritagua, se lanzó el lema de la “palabra semilla”, de manera que el personaje político-escritor-macondiano, que viene encarnando con sus movimientos Juan Manuel Parada Serrano, está obligado a ser: eficaz, revolucionario y sembrador de buena semilla. Y en este libro lo consigue.

Germán Humberto Ramos Sánchez, artista popular dedicado a las artes escénicas, a la literatura y a la animación cultural, se inicia en la escuela de teatro de San Cristóbal y luego en Caracas funda el taller de títeres y Teatro “Porque un día salga el sol sin nubes que lo oscurezcan” después de un periplo de 10 años en la capital del país viene a Yaritagua (1980) con su grupo de teatro convirtiéndose desde entonces en un icono de la actividad escénica en la región.
Ha escrito cerca de 40 piezas teatrales todas montadas y dirigidas por el mismo a lo largo de 55 años de carrera artística que incluye teatro para niños, adultos, títeres y circo.
3 Comentarios
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