Hay verdades que disparan a quema ropa. Puedes resistirte, poner en palabras todos los eufemismos posibles para intentar darle un giro, pero esa bala no fallará. Adriano González León, el mismo de País portátil, en su novela Viejo nos presenta un manojo de esas verdades. Una de ellas, y la que mas nos conviene en relación a este texto, se devela en voz del personaje principal de esa obra, cuando dice que “saberse viejo no es fácil. Sobre todo, porque nunca quiere saberse.”
Cuando vi la obra de teatro, El rastro del general, escrita por Juan Manuel Parada, dirigida y protagonizada por Germán Ramos, no pude evitar los paralelismos con el viejo de la obra de Adriano. Aunque los contextos son diametralmente opuestos, hay verdades que les atan, esa frase que he citado, de múltiples formas sintetiza a ambos personajes. Y debo aclarar que antes de haber visto la obra ya conocía el cuento publicado por Juan Manuel en un libro titulado El rastro del General y otra docena de cuentos, en aquel lejano 2.012. El cuento es redondo, con personajes bien logrados en medio de una atmósfera colmada de tensiones, pero haciendo fino uso en el manejo de la economía del discurso. En este cuento nada sobra, nada falta. En cierta manera, el conocer el texto y su complejidad, me generaba ciertas dudas con respecto al montaje. Siendo honesto, me intrigaba saber como haría Germán para resolver estos diálogos internos, los flashback y los giros que nos va dando el personaje.
Todo estaba calculado.
Desde el black in supe que la obra tomaría una dimensión nueva. La sala se vistió de negro y la banda sonora incorporó elementos que generaban sensaciones nuevas a mi lectura. El General debate consigo. Se niega. Se mira en el pasado y el orgullo le infla el pecho, pero no, no es un vago recuerdo. El general desdoblado se va narrando a si mismo. El viejo va narrando a un General enérgico, uno que tiene el valor de traicionar a quien sea con tal de alcanzar la gloria. En cambio, el joven da cuentas del patetismo de un viejo preso de su nostalgia y un cuerpo en decadencia.
El General es un personaje en dos tiempos, interpretado por Germán Ramos y Heberth Tovar, mientras Aura Hernández se nos vuelve un comodín, un personaje multiforme que contribuye en la narración que rompe, por momentos, el talante Brechtiano del montaje. Y sí, estamos delante de una obra que se abraza al Teatro Dialéctico de Bertolt Brecht, distanciándonos de sus personajes, negándonos la posibilidad de empatizar con ellos. El montaje tiene la intención de que el espectador sea un observador productivo, un juez, que va respondiendo de modo crítico ante los argumentos que se desarrollan, evitando la sugestión de las emociones en desborde.
El final de la obra confirma la buena elección del estilo dramático, porque nos devuelve el asombro que nos genera la lectura del texto de Parada a la vez que nos deja a medio camino del puente emocional entre el espectador y los personajes. De pronto la épica se derrumba y un duro zarpazo nos regresa a la “realidad” de un viejo y sus rastros. El General nunca quiso saberse viejo, pero ahí va, apena sosteniendo su cuerpo, soportando las voces que le llegan del pasado y la hedentina que deja a su paso.
Hay un par de elementos que me gustaría destacar. Por un lado, la fidelidad de la obra al texto inicial, porque los actores desarrollan sus parlamentos respetando cada línea del cuento, y este detalle se hace más interesante cuando logramos apreciar las atmósferas planteadas por Juan Manuel Parada en medio de un escenario minimalista, constituido por un par de muebles y una banda sonora que enriquece la experiencia escénica. Por otro lado, celebramos el carácter súbito de la obra. No hay baches. No hay excesos. La obra transcurre en un ritmo perfecto, acelerando y ralentizando el paso en los momentos precisos, aportando la dinámica necesaria para contener la atención del observador.
El teatro del sol regresó a las tablas y de que manera, con una obra que pudiera constituirse en un ícono del teatro venezolano.
Gabriel Figueredo
Escritor y docente







2 Comentarios
Trina Bellizzi
Me encantan
Yanibal Reyes
La batalla es por las redes y debemos vencer